Friday, November 21, 2008

LA BELLA QUE QUEDE DORMIDA.... o que se despierte en los dias de hoy


El 18 de Noviembre 2008, el Ballet de Santiago dió la ultima representación de «La Bella Durmiente» en el Teatro Municipal de Santiago, con coreografia de su directora artística Marcia Haydée.
La música de Tchaikovsky fue interpretada por la Orquesta Filarmónica de Santiago dirigida de manera equilibrada y adecuada por José Luis Domínguez.
La obra se presentó ante el publico como una reposición historica, con algunos toques modernos, como el excelente Hada Carabosse de Rodrigo Guzmán, cuya interpretación y expresividad son perfectos, además de su bellisima calidad de danza.
El resto del reparto estuvo un poco más desequilibrado, primando los roles expresivos como la Condesa y Blanca Nieves de Sofia Menteguiaga, los Gatos de Sonia Ossandon y Guillermo González y la Caperucita Roja y el Lobo de Eugenia Ordoñez y Edison Araya.
A pesar de el buen nivel técnico de la compañia y de la reposición historica que sigue gustando al publico habitual, un publico más «raffiné» esperaria más de una versión actual de este ballet clásico. Pero esta versión no se trata para nada de una visión contemporánea.
El buen nivel tecnico esta bien presente en las ejecuciones virtuosas de Luis Ortigoza, Marcela Goicoechea, Elizabeth Espinoza o de el exagerado Lucas Alarcón. Pero poco aporta a las necesidades interpretativas de una obra de este calibre, sobretodo hoy en dia, donde un publico «connaisseur» exige una tecnica perfecta, pero sobretodo interpretaciones carismaticas e inteligentes... pues eso se hizo raro, y ejemplo de ello fue la princesa Aurora de Natalia Berrios, que empezó con una interpretación «à la» Coppélia, como si se hubiera equivocado de Ballet y terminó como una princesa sin relieve ni encanto.
Lo más extraño de esta coreografia, fueron algunos momentos que parecieron casi antimusicales... cosa bastante sorprendente en un ballet clasico. Sobretodo cuando en el foso el maestro estuvo tan atento a los bailarines.
Pero lo qué resultó más chocante, aunque no sea algo nuevo en la danza académica, fue el hecho de que muchas de las variaciones (algunas de las cuales se hacian interminables y aburridas) no hicieran más que enseñar las capacidades técnicas de los bailarines (que algunas veces tampoco parecian estar al nível), subrayando la forma como objetivo coreográfico y menospreciando el talento interpretativo y expresivo de un elenco qué podría haber tenido ahí su punto fuerte, sobretodo en un ballet narrativo como éste, que además de la belleza estética tiene una história para contar.
Claro que se puede argumentar que la historia es parte de nuestro repertorio de infancia, pero aún así, para los muchos niños que estaban en el publico, y para los adultos que hayan olvidado el mundo de las Hadas y de los Principes Azules, el atractivo de un ballet como éste deberia estar en zambullirnos en un verdadero Cuento de Hadas (lo qué no ocurrió), o en traducir ese cuento en una leyenda contemporánea (qué para nada fue el caso).
Ir al Teatro para ver un ejercicio de estilo tiene el interés museografico de admirar una obra del pasado, pero cuando el resumen de la obra es el virtuosismo fisico de una compañia que no puede competir con un Bolshoi, un New York City Ballet o un Ballet de l'Opéra de Paris, mejor es cambiar el concepto, y dejar el virtuosismo para los Juegos Olimpicos.
Quedamos esperando alguna versión actualizada de «La Bella Durmiente» que estimule las «papilas gustativas» de un publico contemporáneo - o qué por lo menos se presente como un «testigo historico»...

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